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La Berlinale 71

No nos debe sorprender, una vez más, otro festival visto desde la pequeña pantalla y los encuentros con los cineastas y actores a través de videoconferencias. Solo esperamos que sea pronto un punto y aparte, porque el cine es un trabajo colectivo y es una expresión social, que se disfruta con el contacto, el debate y también con la reflexión. La 71ª edición de la Berlinale ha sido más fría de lo normal (más de lo habitual en el invierno berlinés), pero no por ello menos interesante.

Como ya es conocido, se celebró su primera parte del 1 al 5 de marzo para la industria y la prensa. Nuestro responsable de comunicación, Jorge Trujillo, la cubrió y hemos hecho un resumen de las películas que más nos encajan en cómo entendemos el mundo y el cine desde El GatoVerde. También os recomendamos el interesante recorrido histórico que hizo sobre la historia del Festival. Pero antes, nos gustaría felicitar a los ganadores y ganadoras de esta edición, que podéis consultar en cualquier medio especializado o en la web oficial de la Berlinale. Esperamos disfrutar de las películas en pantalla grande en la segunda parte del festival para el público en junio.

Competition

Esta sección es la que más se cubre y, por supuesto, queremos destacar la gran ganadora, el Oso de Oro a la mejor película: “Bad Luck Banging or Loony Porn (Rumanía, Luxemburgo, Croacia, Rep. Checa), de Radu Jude. Este es un largometraje muy potente, poco convencional y muy audaz en su fondo y forma. Desde los primeros minutos hace honor a parte de su nombre y se presenta como, una tras otra, bofetada visual. Además, pone en contexto a una sociedad con mil y un problemas. Aunque hable de la sociedad rumana, se puede extender a muchas otras en las que se tiene una opinión para todo, aunque sea infundada y prejuiciosa. La obra, dividida en tres bloques, refleja un Bucarest activo y en movimiento, pero agresivo y tenso (con la pandemia ya presente). El segundo bloque muestra el contexto sociopolítico e histórico de este país en forma de “diccionario” y, finalmente, una dislocada parodia y crítica a una sociedad que lo quiere juzgar todo sin mirar antes sus sombras. La película nos plantea el porno como un concepto más allá de las escenas de sexo y que abarca más temas que nos afectan como sociedad.

Otra de las premiadas, en este caso por su contribución artística, “Una Película de Policías (A Cop Movie)” (México) de Alonso Ruizpalacios, nos ha sorprendido también. El director crea un espacio audiovisual que mezcla realidad y ficción de una forma muy bien cuidada, ágil y muy profunda. Aquí, en la forma narrativa, no existe límite entre realidad y ficción, porque los actores interpretan a unos policías que son quienes narran la historia y, además, los intérpretes se apuntan realmente a una academia de policías de la Ciudad de México. Con todo el mérito que tiene, lo que nos ha encantado son todos los temas que toca. La película cuenta la historia de una pareja de policías y nos adentramos en sus motivaciones, sus sueños, sus miedos y su visión sobre esta profesión. Con la excusa de hablar desde el punto de vista más humano de un y una policía raso, se refleja toda la estructura social, política, económica, racial y desigual de México. Una gran obra.

Panorama

Esta sección es una de las que más nos gusta por su contenido comprometido, la visibilidad de temas sociales y por el tono. Empezamos con “Dirty Feathers(USA / Mexico) de Carlos Alfonso Corral. Este documental es un duro retrato de personas sin hogar en la gran potencia mundial. Como en la colombiana “La vendedora de rosas” (V. Gaviria, 1998), el director retrata unas vidas sin futuro y totalmente fuera del sistema. Seguimos sus durísimas vidas, casi resignadas, de los más pobres dentro de los pobres: “los sin nada”. Estas personas son luchadoras y perdedoras a la vez. De nuevo, un retrato de la salud de eso que llamamos “la primera potencia y democracia” del mundo. Se nota que el director viene de la fotografía, porque la imagen es impresionante y está muy cuidada.

Nos venimos a Europa y vemos “Le monde après nous (The World After Us)” (Francia), de Louda Ben Salah-Cazanas. Esta película retrata la precariedad de los y las jóvenes. Su fotografía y realización son muy sencillas pero eficaces, ya que refleja una historia muy real, casi documental. Nos movemos de nuevo entre los límites de la ficción. Las interpretaciones son correctas y naturalistas. Pero, sin duda, lo que más se rescata es el reflejo de un retrato generacional. El amor, la amistad, los sueños y la vida en general son grandes temas que acaricia el film. El personaje aprende a levantarse, trabajar, caer y volver a levantarse. En definitiva, a vivir.

Hay documentales que se transforman y cambian su lenguaje narrativo durante su recorrido. Así sucede con “Miguel’s War” (Líbano / Alemania / España), de Eliane Raheb, que nos introduce, audiovisualmente, en la cabeza de Miguel. En la primera parte nos muestra muchos colores, formas, fantasías, recuerdos, caras, etc. y poco a poco vamos entrando en su intimidad. El documental pasa del juego audiovisual de formas y colores a un formato más clásico, en la medida en que nos metemos en sus más profundos miedos, recuerdos, tristezas y sueños. Ahí es cuando todos nos podemos sentir identificados con los sentimientos universales. Es muy interesante cómo trata su conflicto de identidad de libanés con orígenes de sirios, pero con la mayor parte de su vida en España. Además, la película cuenta algunos de los acontecimientos históricos de España, Siria y el Líbano, todo a través de la historia de Miguel. Muy interesante.

Generation

Una de las mejores películas de esta Berlinale que, como suele pasar, están en otras categorías como Generation o Panorama. En este caso, La Mif (The Fam) (Suiza), de Fred Baillif, es una bellísima historia que nos conmueve. Con cámara en mano, el director nos hace estar en la casa de acogida de este grupo de chicas adolescentes con mil y un problemas, sin familia o procedentes de hogares desestructurados o violentos. Lora es la responsable del centro y “la madre” de todas ellas. Peleas, sexo, traumas y ternura engloban y llenan ese lugar, donde los trabajadores sociales son tan humanamente imperfectos como las chicas. Lora intenta lidiar con sus carencias, contradicciones y culpas para llevar, como puede y con errores, el control del centro. Ella trata a las jóvenes como personas inteligentes y con respeto. En el fondo, todas buscan y completan la familia que no tienen en su círculo de sangre.

Seguimos con la mirada adolescente con “Stop-Zemlia” (Ucrania), de Kateryna Gornostai, que es una película tierna, realista y bien cuidada. También juega entre la ficción y el documental por su naturalidad. Esta bella película nos muestra el mundo de los adolescentes del último curso de instituto. El grupo de chicos y chicas se enfrenta a sus primeras ilusiones, amores, desamores, miedos, sensación de soledad y primeras experiencias excitantes en muchos aspectos. Las interpretaciones son maravillosas y nos hacen compartir espacio con los jóvenes, que pueden ser representativos de la sociedad globalizada donde las nuevas tecnologías juegan un papel importante en la comunicación. Esta mirada, sin paternalismos hacia las nuevas generaciones, hace que compartamos muchos sentimientos de fondo y su visión optimista de la juventud.

“Una escuela en Cerro Hueso (A School in Cerro Hueso)(Argentina), de Betania Cappato, es una tierna película que nos muestra el proceso y los avances de una niña con Espectro del Autismo, tras entrar en una escuela rural y pobre después de muchos rechazos de acceso a varios centros educativos. Esta pequeña joya tiene una realización muy sencilla y enternece al espectador, mostrándonos, a través de sus ojos, pequeños gestos de solidaridad y esperanza. Muchas veces pensamos que lo mejor está en la ciudad, sin embargo, a veces, los mejores aprendizajes se encuentran lejos de ellas. Al ver películas así, podemos seguir confiando en el cine como una gran ventana para dar visibilidad a historias ocultas.

Finalmente, nos encontramos con “Beans” (Canadá), de Tracey Deer, un drama canadiense que refleja el paso de niña a adolescente de una chica de las comunidades Mohawk. Los temas que se mezclan en esta preciosa cinta son la presión social, la búsqueda de referentes y de ser aceptada, que se mezcla con la contradicción de seguir un camino más tradicional o destacar de forma más “occidental”. Con todo, este proceso personal de la pequeña Beans tiene un fondo poco conocido: los enfrentamientos entre su comunidad y fuerzas del gobierno de Quebec. Las imágenes de archivo, impresionantes, se mezclan con las escenas ficcionadas para mostrar la crudeza de la intolerancia y el racismo. Racismo que, pensamos, no existe en Canadá. Viendo esta película, se nos viene esta pregunta a la mente: ¿podríamos mencionar a un o una canadiense no blanca? No se nos viene ningún referente a la cabeza. Por lo tanto, esta obra es interesante porque, como sucede en casi todo el planeta, una cara y unos rasgos no son exclusivos de ningún país desde hace algunas décadas. En este caso, estos canadienses son los originarios y los que han estado ocultos y reprimidos durante siglos.

Perspektive Deutsches Kino

El cine alemán ha sido uno de los mejores descubrimientos de las últimas ediciones y el enfoque de la Berlinale en su cine es una maravilla. Siempre pensamos en la primera potencia europea como un país perfecto, impecable, sin conflicto social y sin excluidos. Sabemos que no es así y este retrato lo muestra muy bien en su cine. “Die Saat (The Seed)” (Alemania), de Mia Maariel Meyer, es una película difícil de digerir por el drama, los matices y mil temas que se ven reflejados. En situaciones, algunos merecen ser enfrentados y que se pararles los pies, pero quizás los protagonistas de esta película no han elegido la mejor manera, perdiendo el control. Sin embargo, lo hacen creíble, porque responden como humanos. Este drama social, con tintes muy marcados en el conflicto capital-trabajo, representa una clase trabajadora que ha levantado buena parte de las empresas alemanas. Es interesante cómo se introduce un problema que afecta a Alemania y buena parte de Europa: la especulación inmobiliaria y gentrificación. Muchas veces los trabajadores y sus superiores se desquitan de sus problemas personales en el trabajo. En este caso, parece que toda la mala suerte y presión recae sobre Rainer y su familia. Entre otros debates que puede abrir está el núcleo familiar, que también es un espacio lleno de contradicciones. No obstante, es un grupo en el que podría empezarse a escuchar el uno al otro para ganar en apoyo frente a las dificultades externas. Aunque se ha intentado darle, al final, más matices al papel femenino, es el que más chirría. Nuestras sociedades son patriarcales y lo seguimos viendo reflejado en el cine (aunque ahí hay otro debate interesante en el que la película se queda algo corta o no, tal y como expone el papel de la mujer). Con todo, creemos que es una película intensa que da para hablar de todo esto y muchos temas más.

Esta angustiosa película, “Jesus Egon Christus (Jesus Egon Christ)”(Alemania), de David Vajda, Saša Vajda, nos introduce en la vida de personas con serios problemas mentales ocasionados por diferentes razones en su pasado. Desde las drogas, la violencia y los abusos en sus familias hasta problemas mentales importantes. La película pone sobre la mesa otra parte olvidada de la sociedad. La angustiosa atmósfera creada, que muestra estas tremendas vidas, está muy bien conseguida con la fotografía (realista y oscura) y una realización, de nuevo, casi de documental. Sin duda, este es un tema que sociedades, como la alemana, tienen (de gran importancia en ciudades como Berlín), pero no parece haber un Estado que les incluya. Por lo tanto, caer en una secta religiosa o vagar por las calles del Berlín más oscuro, parece ser su único camino. La soledad y la psicosis son una bomba explosiva; una realidad que no vemos o evitamos. Las interpretaciones son increíbles y muy realistas. Frente a toda esta angustia, en el largometraje caben pequeños momentos tiernos y momentos incómodos, donde reírte parece ser una burla.

Finalmente, queremos destacar “Instructions for Survival” (Alemania), de Yana Ugrekhelidze, un hermoso, conmovedor y duro documental sobre el amor y la supervivencia. Aquí las imágenes de archivo son muy duras y te dejan helado. Alex es un chico trans y Mari su novia. Él vive casi en clandestinidad porque la sociedad intolerante de su país (Georgia) es un peligro para su vida. Sin embargo, tiene una familia preciosa que lo ama y eso ayuda, aunque no es suficiente, para construir su propio camino. El documental trata sobre la intolerancia, la importancia del apoyo de la familia, el embarazo subrogado (como cuestión de clase), del amor y, por supuesto, es una reivindicación de los derechos humanos (como lo son los de la comunidad LGBTIQ). Una historia conmovedora y dura.

Berlinale Special

Aquí queremos destacar, especialmente, dos películas. Primero el espectacular documental “Wer wir waren (Who We Were)” (Alemania), de Marc Bauder. Sus imágenes son impresionantes, bellísimas y su fotografía es excelente. Esta película es un alegato (como bien dice su nombre) que nos hace pensar en quienes somos como especie y cómo vamos a salvar nuestro hogar: el planeta azul. Mediante voces expertas, filosóficas y científicas se reflexiona sobre nuestra especie, la destrucción del planeta, nuestro modelo económico globalizado, la cultura, la sobrepoblación, nuestro modelo eurocéntrico y otras culturas y la tecnología. Sin duda, todas enfocadas a si seremos capaces o no, como “seres inteligentes”, de no destruir el impresionante planeta que habitamos. Un documental espectacular, aunque a veces tienda a momentos muy oficialistas.

Con “Je suis Karl”(Alemania, Rep. Checa), de Christian Schwochow, nos quedamos con mal cuerpo porque se presenta como una advertencia al fantasma que está renaciendo en Europa: la extrema derecha. Es un movimiento que se viene gestando y se presenta como rompedor, “revolucionario” y contestatario contra los partidos tradicionales. La película así lo muestra. Ciertamente, la obra chirría en algunos momentos y hay unos giros cuestionables, pero no podemos perder de vista, lo que creemos, el gran mensaje a debatir: el uso de las víctimas de atentados (o no) y de discursos que se presentan como modernos, cool, pero llenos de racismo, clasismo y xenofobia. Se puede ver la apariencia de un grupo de jóvenes actuales, con las últimas tecnologías e influyentes, bien intencionados en la superficie. Sin embargo, ese vacío de sus buenas palabras es el germen de un movimiento racista y violento que se expande. No tiene por qué suceder, pero podemos tomarlo como lo que no queremos para nuestras sociedades. El grupo de psicópatas clasistas, blancos y racistas tienen un discurso que se puede presentar como inocente y en búsqueda de un progreso, pero si nos quedamos en su pura apariencia, el fondo puede calar poco a poco y sin darnos cuenta. Aunque no es una película redonda, sí, te mantiene enganchado en la pantalla y te deja pensando sobre la campaña racista antimusulmana que gana fuerza en nuestro continente.

Forum y Forum Expanded

La única producción completamente española de esta edición ha sido “Mbah Jhiwo (Mbah Jhiwo / Ancient Soul)” (España), de Alvaro Gurrea. Es un documental que retrata a una familia de Indonesia que trabaja en la mina, a los pies de un volcán. Lo que para ellos es su trabajo, para otros es un sitio de turismo. Con mucho respeto, Gurrea nos introduce en la vida de esta familia y vemos cómo reflexionan, ellos mismos, sobre la vida y la muerte. En occidente vemos algunas tradiciones y ritos como de otros tiempos, pero en Indonesia, esto se mezcla con las tecnologías y el siglo XXI. El documental muestra esa combinación religiosa, las tradiciones y el capitalismo salvaje en una misma sociedad. La realización es sencilla pero bien cuidada.

Por otro lado, nos vamos a la única producción colombiana con “Bicentenario” (Colombia, Canadá), de Pablo Álvarez Mesa. Este video arte documental reflexiona sobre cómo Colombia ha forjado su historia, con la violencia como uno de sus mayores cimientos. Igualmente, como todas las lecturas nacionales, pero especialmente en el país latinoamericano, se mantiene fuerte una sola visión de su independencia y las vergüenzas las envuelven en su bandera. El director reflexiona con esta maravillosa película sobre la estructura ideológica heredada de la colonia. La identidad institucional se ha construido con un cuento heroico pero con la idea de que el país y las instituciones, se “defienden” a cañonazos contra la justicia (impresionantes las imágenes de archivo de la retoma del Palacio de Justicia en Bogotá en 1985). Los colores y los símbolos patrios son una parafernalia y el uso de sus personajes se queda en una sola visión: una superficialidad que se reproduce sin ningún cuestionamiento de su papel. La sangre (el rojo de la bandera), al final, lo llena todo en su tremenda historia. Interesante reflexión sobre la patria y lo que se usa para tapar todas las miserias. Quizás Colombia debería dejar ir a Bolívar, agradeciendo lo servido, y no quedarse atrapada en el siglo de la independencia. De todo esto habla y muestra esta maravillosa pieza audiovisual.

Nos ha gustado e impresionado cómo, en “Qué será del verano (What Will Summer Bring)”, (Argentina) de Ignacio Ceroi, se reconstruye, con videos encontrados en una videocámara de segunda mano, una historia que habla de los conflictos sociales en Francia y los conflictos armados en África. Mucho tiene que contar la historia sobre la relación entre Europa y África. Ceroi crea este documental en base a pocos correos con el dueño de las imágenes. Sin embargo, más allá de contexto social e histórico, no queda claro si es real o es creada la historia personal narrada. Igualmente, es admirable cómo el director reconstruye una narración de alguien que no conoce.

No podemos dejar de mencionar el papel de las mujeres latinoamericanas que limpian y trabajan, muchas sin papeles, en Estados Unidos. El cortometraje documental “Ahorita Frames” (Alemania), de Angelika Levi, nos muestra también el trabajo, cada vez más precario, de la migración, especialmente de las mujeres, y pone de frente toda la parafernalia de símbolos culturales y la influencia colonial de éstas.

Para terminar, queremos recomendar, en Berlinale Shorts, el bello y reflexivo cortometraje “A Love Song in Spanish” (Francia, Panamá), de Ana Elena Tejera, sobre los recuerdos, la nostalgia, el amor y las heridas de la guerra y el colonialismo en Panamá. Su tranquilidad y ritmo nos transporta a un ambiente cargado de nostalgia muy profunda. Este es un documento que habla de la guerra y la ocupación, pero, sin duda, es también memoria personal y memoria histórica de un país.

 

 

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